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sábado, 9 de junio de 2012


Parque Itchimbia

Itchimbía, conjuntamente con las colinas de El Panecillo, El Placer y San Juan, delimitaban el espacio de la ciudad española de San Francisco de Quito, fundada en 1534. Esta elevación se halla en la parte nororiental de la meseta urbana, a una altura de 2910 m.s.n.m. y actualmente todos sus flancos están ocupados por la nueva ciudad.
Los conquistadores la utilizaron como uno de sus campos de cacería y entrenamiento lúdico militar, quizás contrarrestando la función sagrada que, tanto los Incas como sus predecesores Quitu-Caras, habían dado a esta alargada colina, por la cual el Dios Sol se asomaba resplandeciente cada día.
En la segunda década del siglo pasado, el eminente arqueólogo Jacinto Jijón y Caamaño realizó algunos sondeos arqueológicos en el Itchimbía. En sus informes de campo describió el hallazgo de material cultural de filiación preincaica, destacándose la presencia de una tumba con un rico ajuar funerario: una vasija trípode de amplio gollete con ocho narigueras, dos de las cuales son de oro y las otras de cobre, un par de aretes en una fina lámina de oro y un collar, además de los cascabeles de cobre. Debido a las características y riqueza de este ajuar, Jijón y Caamaño determinó que se trataba de una ocupación anterior a la conquista Inca y que los objetos encontrados son del tipo antioqueño o quimbaya.
A aquellos datos tempranos conviene añadir los vestigios descubiertos por el FONSAL en 1997, año en el que se comienza a pensar en un proyecto que haga del Itchimbía uno de los parques y centros culturales más importantes de la ciudad de Quito. Concretamente en el lado noreste de la cima se localizó una ofrenda a 72 cm b/s, conformada por una olla trípode incompleta con restos de hollín en el exterior, una olla globular asimétrica con base anular y dos compoteras, una de las cuales aparece decorada con apliques a manera de botones. Por sus rasgos característicos esta ofrenda funeraria (1250 d.C.-1534 d.C.) es interpretada como material del período de Integración; concordando así con el diagnóstico anterior.
Esta hermosa elevación fue, pues, un espacio sagrado de especial relevancia para nuestros antecesores, tanto por la importancia simbólica que implicaba poder adorar y contemplar desde su cumbre al astro rey, en el recorrido que realiza hasta su ocultamiento, como por la ubicación estratégica sobre un terreno absolutamente irregular.
Dentro del proyecto de recuperación global del Centro Histórico, la Alcaldía de Quito ha intervenido en el Parque El Itchimbía para convertirlo en un recurso recreativo, turístico-ambiental, mediante la ejecución de programas y proyectos que propicien la participación ciudadana en este espacio público.
Este importante proyecto contempla el reconocimiento de que la loma del Itchimbía es una extensa área verde, rica en especies nativas, la misma que por su ubicación y topografía es un espectacular mirador. Su línea cumbre permite una observación visual de 360 grados, desde la que se aprecia con gran detalle el Centro Histórico, el Panecillo, las zonas norte y sur de la ciudad y parte de sus valles.
En una superficie total de 54 hectáreas, de las cuales más de treinta están compuestas de chaparro, se encuentran aproximadamente 400 variedades de flores, 40 especies de aves y una hectárea de humedal, riquezas que la convierten en un lugar interesante, atractivo para los visitantes y en un espacio de encuentro y recreación.                                                                                       
En este hito urbano la Alcaldía de Quito ha ubicado la estructura de hierro y cinc del viejo Mercado de Santa Clara que fue importada de Hamburgo durante el gobierno de Eloy Alfaro, en 1889, y que guarda mucha similitud con la del mercado de Les Halles, de París.
El sitio donde hace más de 100 años se ubicó la llamada plazoleta Alonso Casco fue rebautizado por su vecindad con el Monasterio de Santa Clara, y luego por la construcción del mercado del mismo nombre, que estuvo ubicado entre las calles Benalcázar, Cuenca y Rocafuerte, con un nuevo concepto funcional y constructivo para un espacio dedicado al comercio. Con el inicio de los trabajos de construcción del mercado, la antigua plaza desapareció.
Por el desnivel del terreno en el que se asentó la nueva edificación, la mitad de la superficie albergó un subsuelo con estructura de bóvedas de cemento, con una superficie total de 1.300 metros cuadrados, que dio paso al desarrollo de una creciente actividad comercial casi tan importante como la que tuvieron las ferias de la plaza de San Francisco.

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