Parque Itchimbia
Itchimbía, conjuntamente con las colinas de El Panecillo, El Placer y San Juan,
delimitaban el espacio de la ciudad española de San Francisco de Quito, fundada
en 1534. Esta elevación se halla en la parte nororiental de la meseta urbana, a
una altura de 2910 m.s.n.m. y actualmente todos sus flancos están ocupados por
la nueva ciudad.
Los conquistadores la utilizaron como uno de sus campos de
cacería y entrenamiento lúdico militar, quizás contrarrestando la función
sagrada que, tanto los Incas como sus predecesores Quitu-Caras, habían dado a
esta alargada colina, por la cual el Dios Sol se asomaba resplandeciente cada
día.
En la segunda década del siglo pasado, el eminente arqueólogo
Jacinto Jijón y Caamaño realizó algunos sondeos arqueológicos en el Itchimbía.
En sus informes de campo describió el hallazgo de material cultural de filiación
preincaica, destacándose la presencia de una tumba con un rico ajuar funerario:
una vasija trípode de amplio gollete con ocho narigueras, dos de las cuales son
de oro y las otras de cobre, un par de aretes en una fina lámina de oro y un
collar, además de los cascabeles de cobre. Debido a las características y
riqueza de este ajuar, Jijón y Caamaño determinó que se trataba de una ocupación
anterior a la conquista Inca y que los objetos encontrados son del tipo
antioqueño o quimbaya.
A aquellos datos tempranos conviene añadir los vestigios
descubiertos por el FONSAL en 1997, año en el que se comienza a pensar en un
proyecto que haga del Itchimbía uno de los parques y centros culturales más
importantes de la ciudad de Quito. Concretamente en el lado noreste de la cima
se localizó una ofrenda a 72 cm b/s, conformada por una olla trípode incompleta
con restos de hollín en el exterior, una olla globular asimétrica con base
anular y dos compoteras, una de las cuales aparece decorada con apliques a
manera de botones. Por sus rasgos característicos esta ofrenda funeraria (1250
d.C.-1534 d.C.) es interpretada como material del período de Integración;
concordando así con el diagnóstico anterior.
Esta hermosa elevación fue, pues, un espacio sagrado de
especial relevancia para nuestros antecesores, tanto por la importancia
simbólica que implicaba poder adorar y contemplar desde su cumbre al astro rey,
en el recorrido que realiza hasta su ocultamiento, como por la ubicación
estratégica sobre un terreno absolutamente irregular.
Dentro del proyecto de recuperación global del Centro
Histórico, la Alcaldía de Quito ha intervenido en el Parque El Itchimbía para
convertirlo en un recurso recreativo, turístico-ambiental, mediante la ejecución
de programas y proyectos que propicien la participación ciudadana en este
espacio público.
Este importante proyecto contempla el reconocimiento de que la
loma del Itchimbía es una extensa área verde, rica en especies nativas, la misma
que por su ubicación y topografía es un espectacular mirador. Su línea cumbre
permite una observación visual de 360 grados, desde la que se aprecia con gran
detalle el Centro Histórico, el Panecillo, las zonas norte y sur de la ciudad y
parte de sus valles.
En una superficie total de 54 hectáreas, de las cuales más de
treinta están compuestas de chaparro, se encuentran aproximadamente 400
variedades de flores, 40 especies de aves y una hectárea de humedal, riquezas
que la convierten en un lugar interesante, atractivo para los visitantes y en un
espacio de encuentro y recreación.
En este hito urbano la Alcaldía de Quito ha ubicado la
estructura de hierro y cinc del viejo Mercado de Santa Clara que fue importada
de Hamburgo durante el gobierno de Eloy Alfaro, en 1889, y que guarda mucha
similitud con la del mercado de Les Halles, de París.
El sitio donde hace más de 100 años se ubicó la llamada
plazoleta Alonso Casco fue rebautizado por su vecindad con el Monasterio de
Santa Clara, y luego por la construcción del mercado del mismo nombre, que
estuvo ubicado entre las calles Benalcázar, Cuenca y Rocafuerte, con un nuevo
concepto funcional y constructivo para un espacio dedicado al comercio. Con el
inicio de los trabajos de construcción del mercado, la antigua plaza
desapareció.
Por el desnivel del terreno en el que se asentó la nueva
edificación, la mitad de la superficie albergó un subsuelo con estructura de
bóvedas de cemento, con una superficie total de 1.300 metros cuadrados, que dio
paso al desarrollo de una creciente actividad comercial casi tan importante como
la que tuvieron las ferias de la plaza de San Francisco.